Diario de a bordo – día 27 por LUCE
Hola a todos,
Gracias a Stéphanie, que canta su turno de noche, es hora de escuchar los vientos… Esta semana no ha dejado muchos libres. Si no la mirada cotidiana de un despertar esquivo que se escapa por los dos ojos de buey del pique de proa. Momentos preciosos de seda sobre una alfombra florida. Más allá de la noche, a lo lejos, el sueño de ver una isla, un puerto, a estribor.
A través del prisma de este espacio restringido, el vals de las nubes suspendidas del mástil, grandioso, es, cada mañana, un denso cara a cara en movimiento para comenzar, encantados nuestros días.
Todavía con fuerza, y tratando de hacer las cosas bien esta semana… Aunque para algunos sea complicado, me gusta intentar, sin más gastos, poner un poco de color y gracia en nuestros platos.
Me complace comprobar que un desayuno armonioso y copioso es un verdadero consuelo para los remeros que acaban de regresar de una noche a menudo tormentosa, incluso peligrosa. Sonríe al ver una mesa bonita, un poco de calor y olores agradables. Por la noche, es esencial estar bien restablecido a la hora de acostarse, cuando la noche en tu camarote apaga la melancolía.
También es esencial, desde los primeros rayos, preservarse de toda esta luminosidad que nos envuelve constantemente. Después de tantos días en el mar, la mente clama ahora por sombra y sueña con una palmera para las ardientes horas de vigilancia. Estoy esperando las más frescas de la noche que me van mejor y sus nuevas estrofas. Una fina media luna a principios de semana luchaba por pasar el ancla por delante mientras se ponía roja. Medio lleno, su vasto reflejo deleita a los remeros hasta medianoche.
Y, cuando las barras de flecha a veces se desvanecen, se ilumina un horizonte encantador… Estefanía sigue canturreando, le parece que está entrando en el cielo estrellado. Ella escucha Pavaroti a veces, yo escucho mi ópera una y otra vez. Hasta el infinito, agranda la noche, la profundiza.
Incluso cuando se acuestan, después de remar durante una hora, siguen brillando. Que tenga una buena noche de sueño, y gracias por sus generosas sonrisas que calientan nuestros corazones. Dulce noche queridos remeros, grandes y hermosos sueños espero que siempre traigan.
El oleaje de los 3000 km marca e imprime cuerpos y almas. Afortunadamente para los más doloridos, están Chris y Elodie. ¡Qué suerte tenemos de contar con unas manos tan preciosas!
En cuanto a nosotros, los miembros del equipo, ¿cuál es nuestra comodidad? Está en este pañuelo líquido. Está en cada ola… No cabe duda de que no. Es el océano el que fluye a través de nosotros, y no al revés. También está a bordo, ayudándose mutuamente. En la paciencia de los que, sin cesar y sin decir una palabra, detrás de los que olvidan, desatan y recogen los cabos… cierran las luces…
Está sobre todo en ti y en tus retos querido optimista y superoptimista
Cuando sus mensajes de apoyo nos hablan de sus logros, en Noumène nos emocionamos. Por eso estamos aquí.
Tus emociones son las nuestras y nos transportan…
Luce Antelme, miembro del equipo
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